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Promesa divina: Los justos heredarán la tierra


Salmos 37:10-11 (Reina Valera) – «Aún un poquito, y no existirá el impío; y buscarás su lugar, y no lo hallarás. Pero los mansos heredarán la tierra, y se recrearán con abundancia de paz.»

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes el poderoso mensaje de los Salmos 37:10-11. Estas palabras nos llenan de esperanza y nos recuerdan la promesa divina de que, aunque los impíos puedan prosperar por un tiempo, su destino final será el juicio de Dios. Mientras tanto, los mansos, aquellos que confían en el Señor y viven según su voluntad, heredarán la tierra y disfrutarán de una paz abundante.

Cuando miramos a nuestro alrededor, es fácil sentirse desanimado y preocupado por la maldad que parece prevalecer en el mundo. Los impíos pueden parecer exitosos y poderosos, pero debemos recordar que su tiempo es limitado. Dios tiene el control y en su tiempo perfecto, el mal será erradicado y los justos prevalecerán.

En medio de las pruebas y dificultades, es importante mantenernos firmes en nuestra fe y confiar en que Dios cumplirá sus promesas. No debemos envidiar a los impíos ni desear su éxito temporal, porque su final será desastroso. En cambio, debemos cultivar una actitud de mansedumbre, humildad y confianza en nuestro Padre celestial.

La mansedumbre no se trata de ser débil o pasivo, sino de someter nuestra voluntad a la de Dios y confiar en su justicia. Es reconocer que Dios es el verdadero juez y que él hará justicia en su tiempo perfecto. Nuestra tarea es vivir una vida recta y obediente, confiando en que Dios nos recompensará y nos dará paz en medio de las dificultades.

La promesa de heredar la tierra nos muestra el amor y cuidado de Dios por su pueblo. No importa cuán oscuro parezca el panorama, debemos recordar que Dios tiene un plan perfecto para cada uno de nosotros. Él nos dará la tierra como herencia, un lugar de gozo y paz donde podremos disfrutar de su presencia por la eternidad.

No debemos desanimarnos ni perder la esperanza cuando vemos a los impíos prosperar. Nuestra confianza debe estar puesta en el Señor, sabiendo que él tiene el control y que su justicia prevalecerá. No necesitamos tomar venganza ni preocuparnos por hacer justicia por nuestra propia mano, porque Dios es el juez justo que recompensará a cada uno según sus obras.

Queridos hermanos y hermanas, vivamos cada día confiando en las promesas de Dios. No permitamos que la maldad del mundo nos desanime ni nos haga perder de vista la verdad. Recordemos siempre los Salmos 37:10-11: «Aún un poquito, y no existirá el impío; y buscarás su lugar, y no lo hallarás. Pero los mansos heredarán la tierra, y se recrearán con abundancia de paz.»

Que estas palabras nos inspiren a vivir una vida de mansedumbre y confianza en el Señor. Que en medio de las pruebas y dificultades, podamos encontrar consuelo en su promesa de heredar la tierra y disfrutar de paz abundante. Que nuestra fe en Dios sea inquebrantable y que podamos ser testimonios vivientes de su amor y fidelidad.

Hermanos y hermanas, confiemos en el Señor y vivamos cada día según su voluntad. Recordemos siempre las palabras de los Salmos 37:10-11 y dejemos que nos guíen en nuestro caminar con Cristo. ¡Que Dios los bendiga abundantemente!

Salmos 37:10-11 (Reina Valera) – «Aún un poquito, y no existirá el impío; y buscarás su lugar, y no lo hallarás. Pero los mansos heredarán la tierra, y se recrearán con abundancia de paz.»