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Salmos 113: ¡Alaben al Señor, el Dios que exalta a los humildes!


Salmos 113:1-3 (RVR 1960)

¡Aleluya! Alabad, siervos de Jehová, alabad el nombre de Jehová.
Sea el nombre de Jehová bendito desde ahora y para siempre.
Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová.

Queridos hermanos y hermanas en la fe, hoy nos encontramos una vez más para glorificar y adorar al Señor. En este día, quiero dirigirme a ustedes desde el Salmo 113, un hermoso canto de alabanza y exaltación a nuestro Dios todopoderoso. Este salmo nos recuerda la grandeza y la bondad de nuestro Creador, y nos invita a alabar su nombre desde el amanecer hasta el ocaso.

El Salmo 113 comienza con un llamado a la alabanza: «¡Aleluya! Alabad, siervos de Jehová, alabad el nombre de Jehová». Queridos hermanos, alabemos al Señor con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma. Él es digno de toda honra y gloria. Recordemos que nuestra adoración no se limita a un lugar o un momento específico, sino que debe ser constante en nuestras vidas. Alabemos al Señor en todo tiempo y en todo lugar.

Nuestro Dios es maravilloso y su nombre es bendito desde ahora y para siempre. Su grandeza trasciende todo lo que podemos imaginar. Su amor y su misericordia son inagotables. Por eso, debemos bendecir su nombre en todo momento. En nuestras alegrías y en nuestras tribulaciones, en nuestras victorias y en nuestras derrotas, debemos alabar y bendecir el nombre de Jehová.

Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová. En cada nuevo amanecer, en cada puesta de sol, recordemos que Dios está con nosotros. Él es fiel y nunca nos abandona. Su presencia nos rodea en todo momento. Por eso, alabemos su nombre con gratitud y gozo en nuestro corazón.

Hermanos y hermanas, el Salmo 113 nos enseña la importancia de la alabanza y la adoración en nuestras vidas. A través de la alabanza, nos conectamos con la presencia de Dios y experimentamos su poder transformador. Cuando alabamos a nuestro Dios, nuestras cargas se alivian, nuestras preocupaciones se disipan y nuestras fuerzas se renuevan.

La alabanza nos libera de las cadenas del temor y nos llena de confianza en el Señor. Nos ayuda a recordar que no estamos solos, que Dios está con nosotros en cada paso de nuestro camino. Por eso, no importa cuáles sean las circunstancias que estemos enfrentando en este momento, alabemos al Señor y confiemos en su guía y dirección.

Queridos hermanos y hermanas, oremos ahora para que el Espíritu Santo nos llene de un espíritu de alabanza y gratitud. Que nuestras voces se unan en una sola melodía de alabanza y adoración a nuestro Dios. Recordemos que Él es digno de todo nuestro amor y devoción.

¡Aleluya! Alabad, siervos de Jehová, alabad el nombre de Jehová.
Sea el nombre de Jehová bendito desde ahora y para siempre.
Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová.

En conclusión, hermanos y hermanas, el Salmo 113 nos invita a alabar y bendecir el nombre de Jehová en todo tiempo y lugar. Que nuestras vidas sean un testimonio vivo de la grandeza y la bondad de nuestro Dios. Que nuestras palabras y acciones reflejen la alabanza y la gratitud que tenemos en nuestro corazón.

Recordemos que la alabanza nos conecta con la presencia de Dios y nos llena de su paz y gozo. Que la alabanza sea una constante en nuestras vidas, guiándonos y fortaleciéndonos en nuestro caminar con el Señor.

¡Aleluya! Alabad, siervos de Jehová, alabad el nombre de Jehová. Amén.

Salmos 113:1-3 (RVR 1960)

¡Aleluya! Alabad, siervos de Jehová, alabad el nombre de Jehová.
Sea el nombre de Jehová bendito desde ahora y para siempre.
Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová.